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Tipos de Apego

 

Emocional

 
 

Los tipos de Apego Emocional.

El presente tema, les ayudará a entender con propiedad sus próximas o actuales relaciones afectivas.

Se trata del apego afectivo y sus cuatro patrones que son el apego seguro, el apego ansioso ambivalente, el apego evitativo y el apego desorganizado.

Para iniciar, me ha parecido prudente que antes les deba ofrecer una definición de lo que es un apego emocional, entendiéndose como una forma de vinculación afectiva, intensa y duradera que se desarrolla y consolida entre dos personas.

 

Ese apego, también trae como consecuencia un miedo a perder a la persona que más se desea, llegándose a extremos de crear sufrimiento, pérdida de la tranquilidad, de la dignidad y del propio respeto.

Por otra parte, también me ha parecido preciso desenmascarar algunas ideas erróneas que servirán para aclarar este concepto y que he escuchado de algunos de mis pacientes en consulta, quienes han llegado a suponer que un apego o amarre emocional con alguien, aun estando en una relación conflictiva, debe ser aceptado permanentemente y que con el tiempo llegarían a ser felices creándoles una mayor seguridad como pareja.

 

Pues me permito decirles que sí se revisa el concepto de apego, es fácil darse cuenta que es lo opuesto al amor porque sustenta sus bases en la inestabilidad, incertidumbre, desconfianza e infelicidad cuando una persona se mantiene atada a una relación donde ya ha desaparecido ese sentimiento de amor por el otro, en síntesis, las parejas que tienen un vínculo de este tipo, serían los menos preparados para soportar una pérdida, además de no aceptar desprenderse de la otra persona y ganarse como premio un innecesario sufrimiento al lado de una persona maltratadora, insensible y déspota.

 

Por consiguiente, es necesario que hayan entendido previamente que a pesar que el apego emocional o afectivo, es una conducta típica en nosotros como seres humanos y sociales, también implica una inevitable dependencia en todas nuestras relaciones sentimentales, ya sean en el aspecto social, familiar o de una relación de pareja.

 

Esa disposición de apego se inicia desde nuestra infancia, involucrando a nuestros progenitores por ser las principales figuras al cuidado de nosotros estando niños y quienes por cierto, moldean nuestra personalidad durante esos primeros años de vida. Si en ese momento, esos padres nos proporcionaron afecto oportuno, además de responder a nuestras necesidades básicas de nutrición, protección, afecto y crearon una conexión incondicional de que no nos fallarían, pues de esta manera, se estaría hablando de lo que se conoce como:

 

El apego seguro.

Al respecto, solo quienes disfrutaron en su infancia de tener este tipo de apego, al ser adultos, demostrarán no tener algún problema para relacionarse ni con sus propias emociones, ni con las de otros o de sus parejas, puesto que no intentarían crearse obstáculos para evitar que se le acerquen emocionalmente, pero sin crear relaciones de dependencia ni con miedo al abandono. En palabras más sencillas, una persona con este patrón de apego seguro, partiría siempre de la idea de amar a alguien sin objeciones ni condiciones y porque prefirió elegir a esa persona que está a su lado, no como una obligación para cubrir una carencia o necesidad personal, sino porque en realidad estima y ama a esa persona con entera confianza.

 

Ahora bien, aunque este es el tipo de apego más sano de todos, no existe una garantía de que no se pueda sufrir en el plano amoroso si no resulta la relación por alguna circunstancia. No obstante, quienes han sido criados con este estilo de apego seguro, tienen las mayores ventajas de no pasar por tantas penurias ante una ruptura.

 

y ¿a qué se debe esto?

pues porque se ha aprendido desde niños/as a cómo manejar las emociones, han sido muy felices al lado de sus padres, se llevaron muy bien con sus amigos en la escuela y fuera de esta, llegando a consolidar fuertes lazos de amistad. De igual manera, fueron capaces de resolver problemas con sus amiguitos, sin la intervención de sus padres y aprendieron a confiar en la gente a su alrededor que evidentemente les demostraron atención, cuidados y amor.

 

Por eso siendo aun infantes, no les atemorizaba la ausencia o separación temporal de alguno de sus progenitores o cuidador y, es por lo que casualmente estos niños cuando han llegado a la adultez, les caracteriza una alta autoestima, sana y positiva, destacándose por sus grandes habilidades sociales.

 

A partir de aquí, describiré los tres restantes patrones de apego que son considerados disfuncionales.  

     

El apego ansioso-ambivalente.

Este sería como estar en una especie de discordia constante y en el que cada vez esa persona con dicho patrón, se siente como en alerta casi todo el tiempo porque tiene la creencia de que, a pesar de cualquier esfuerzo que su pareja pueda ofrecerle para hacerle sentir bien, aun no estarían siendo atendidas sus necesidades por su exagerada dependencia emocional y dificultad para confiar (celos). Lo curioso es que cualquier error que su pareja pueda cometer, así sea el más mínimo e ingenuo, es interpretado por este ansioso-ambivalente como un peligro de abandono o amenaza a la relación.

 

En este patrón de apego ansioso ambivalente, particularmente cuando estas personas fueron niños, no llegaron a confiar en los adultos que estaban a cargo de su cuidado, notaron que no les satisfacían sus necesidades básicas de atención y afecto, hubo inconsistencia en las conductas de cuidado y seguridad por parte de esos cuidadores haciéndoles sentir desprotegidos y a veces, tuvieron la sensación como si no les interesara su existencia y para lo cual, usualmente respondían armando berrinches y lloriqueos.

 

Posteriormente, ya siendo adultos se convierten en aquellos que necesitan una confirmación constante de que aun los quieren, interpretan mal todo lo que dice o hace su pareja y se han convertido en unos consumados malhumorados que desconfían por todo. Tal es el caso que si por cuestiones de actividades de trabajo, de estudios u otra actividad su pareja no le ha podido responder o hacerle una llamada durante el día, le asaltarían las dudas acompañado de una ansiedad durante esas horas que han transcurrido sin saber del otro/a.

A los ansiosos ambivalentes se les reconoce fácilmente, porque son aquellos que siempre se quejan de estar dando todo por la relación y que el otro no da lo mismo o no da lo suficiente. Aquí se habla de un malestar que generalmente, es provocado por una intención de amar y de ser amado/a de una manera patológica y esto, evidentemente, tiene sus orígenes en un comportamiento aprendido y exagerado de dependencia emocional.

Generalmente algunos ansiosos ambivalentes, suelen escoger como parejas a personas de un apego evitativo por una necesidad emocional y no por lo que realmente así lo quieren o desean. A diferencia de esto, si una persona con apego ansioso ambivalente se relacionará con alguien que sea de un estilo de apego seguro, entonces, sus niveles de ansiedad y de querer controlar quizás se podrían disminuir más.

 

El apego evitativo.

Este es justo lo contrario al apego ansioso-ambivalente, tan así que en el caso de que estos dos tipos de apego llegarán a formar una pareja, no congeniarían para nada, puesto que sus vidas se convertirían en un constante sufrimiento e intranquilidad por su marcada incompatibilidad.

 

Los que muestran este estilo de apego evitativo, son incapaces de conectarse con sus propias emociones y menos con las de otros, siempre evitarán la intimidad y mantendrán marcadas distancias emocionales con los demás. Este patrón de apego también tiene su génesis en la infancia, cuando desde muy pequeños llegaron a asumir que no podían contar con sus cuidadores por ser demasiado estrictos en la manera de educarlos.

 

Por otra parte, los condicionaron a que no debían demostrar sus emociones y mucho menos para provocar llamar la atención, porque sino eran severamente castigados, a tal extremo que les crearon un temor y por eso, aprendieron a evitar ese miedo al castigo dejando de mostrar sus sentimientos. Fue así, que pasado el tiempo crearon su propio distanciamiento emocional hacia cualquier persona.

 

Los niños criados con ese tipo de apego evitativo nunca se les vio llorar, ni siquiera cuando eran separados de su cuidador o no estaban en su presencia y esto sucedió, porque esa figura que les toco de cuidador no les proporcionó seguridad ni confianza, de esta manera, aprendieron a desconfiar de la gente, a vivir sintiéndose poco queridos o poco valorados, por lo que a veces solían jugar en solitario y hasta se inventaron amigos imaginarios. Son niños que suelen crecer aislados, desconfiados y les cuesta crear lazos sentimentales para recibir afecto. Es tal que cuando se hacen adultos, casualmente demuestran esas mismas características con las parejas y tienen dificultades para crear compromisos, entablar o mantener relaciones estables en el tiempo.

 

Las relaciones en este disfuncional patrón de apego, suelen ser superficiales y no profundizan en un vínculo, tan así que cuando las cosas se tornan serias o empieza a presentarse una especie de compromiso o cercanía, es cuando surgen una serie de mecanismos para alejarse de ese vínculo y mantener una falsa sensación de autocontrol y seguridad consigo mismo. Con todo esto, evitan su miedo a sufrir, a ser rechazados y a ser abandonados, por lo tanto, aprovechan esta situación para desconectarse totalmente de una pareja. 

El apego desorganizado.

Este sería una mezcla entre el patrón evitativo y el ansioso, con un comportamiento contradictorio que principalmente se caracteriza por estar en una constante lucha dual entre el amor y el odio, o sino por un miedo a la aceptación y rechazo

 

Se encuentra integrado por un miedo al dolor y al sufrimiento y es por eso que se mantiene entre una clase de desorganización afectiva, con relaciones muy conflictivas y en extremo dramáticas.

En este patrón de apego tienden a activarse mecanismos defensivos, ya sea para acercarse o para alejarse de las personas. Siempre le buscaran miles de peros, a todo aquel o aquella que se pueda presentar en su vida, aun viniendo con las mejores intenciones.

Igual este patrón de apego, tiene su origen en una infancia donde se sobrellevó un frecuente rechazo, constante abuso y maltrato infantil, además de constante violencia  entre los miembros de la familia.

Los niños acostumbrados a este patrón de apego, siempre crecerán con mucha ansiedad, frustración y rabia, porque así haya sido en el hogar, la guardería o escuela, tuvieron que lidiar con personas negligentes o abusadoras y de las que más bien esperaban obtener protección. Eso les trajo como consecuencia, un conflicto que les creo una gran confusión y desorganización de sus ideas sobre lo que en realidad es el amor y la confianza.

Son aquellos niños que a veces se les ha visto destruir sus propios juguetes, o sino destrozan la vestimenta o calzado de sus padres, solo con la intención de drenar su frustración por las situaciones que viven en su hogar o lugar de crianza.

Cuando se convierten en adultos, son aquellos que de alguna manera trasladan su frustración a sus relaciones, hasta el extremo de hacerles daño o destruirlas.

 

A pesar de todo esto, siempre tienen el deseo de tener una pareja para no estar solos, pero aun teniéndola, no saben cómo llevar esa relación, mostrándose torpes y hasta llegan a considerarse no ser merecedores de afecto ni de amor por nadie.

 

También es algo típico en este tipo de apego desorganizado que en ocasiones, tiendan hacer tantas cosas para llamar la atención de alguien, pero en realidad lo que hacen es alejar a quienes verdaderamente los quieren. Para que se entienda esto, es como si alguien dijera, !si te quiero! pero teniéndote tan cerca me asustas y por eso empiezo hacer cosas desagradables para alejarte de mi,  ya sea con quejas, con dramas, siendo infiel o cualquier otra cosa, pero, con tal que me dejes tranquilo o tranquila en mi espacio.

 

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